Cuando la gente va al museo, a una galería, o simplemente observa un cuadro en una vivienda particular, por lo general, le pone toda su atención a la pintura y no al marco. Y esto es comprensible, ya que el arte, cualquiera sea su lenguaje, radica ahí. Sin embargo, los marcos juegan un rol preponderante en la observación de la imagen interna. Los marcos pueden potenciar la imagen, así como debilitarla, por lo que es importante considerar estos márgenes y ponerles atención.
El marco demarca los límites de la obra.
Este le pone freno al color, al contenido, y sirve para encuadrar la imagen. De este modo, los ojos del espectador siempre se encuentran dentro de lo que el artista quiera que vea.
Un marco negro, por ejemplo, ayuda a que los colores externos (los de la pared o la iluminación) no entorpezcan la imagen y no cambien la cromática, lo cual es fundamental. Por lo demás, un marco que incluye un paspartú blanco contribuye a limpiar la imagen, a darle oxígeno y a mantener los ojos del espectador en una zona neutra de color.